martes, 20 de septiembre de 2011

Llueve


6:45 PM, un día lluvioso y un tanto frío. La tarde ya casi a oscuras, alguien toca a mi puerta y se escucha gritar: "¿Señora, quiere aguacate?". Me asomo y, para mi sorpresa, me encuentro con un niño de unos 7 años de edad.

Sentí como si algo me apretara el corazón. No tengo palabras para describir aquel sentimiento que de repente me invadió.

Era un niño muy lindo, con una preciosa mirada. Se veía en él la inocencia que brotaba por sus poros. Traté de entablar conversación, mientras mi abuela le compraba un par de aguacates. El se empeñó en preguntarme sobre mis orígenes, que si era china, que quienes eran mis padres, que si había visitado el lugar.

La conversación fue corta y se marchó, pero ese profundo sentimiento permanecía en mi como si una espada me atravesara el corazón.

2 comentarios:

Diosaoasis dijo...

Los niñes transmiten tantas cosas sensibilidad, dulzura,... mas aun si sentimos tristeza de ellos nos da melancolía.

Saludines.

Lai dijo...

...sin palabras...